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de la seducción al estremecimiento.

camp de control de teresa mulet: una mirada psicopolítica

[maría teresa urreiztieta v.] 24.11-2019

 

“El poder del mal es hacer que la realidad deje de existir"

   Phillip A. Dick

 

"Cuando una vida humana ha sido más corta que la de una dictadura,

esa vida ha sido robada por el Estado"

Herta Muller

Los campos de control.

De repente, una buena noticia. La inauguración de la exposición Camp de Control de Teresa Mulet se realizaría el sábado 9 de noviembre en el Centro de Arte LO PATI,  en Amposta, Cataluña. En las tierras donde se esparce la majestad del Delta del río Ebro antes de su llegada al Mar Mediterráneo. Un contexto propicio para contemplar, observar, entremezclarse con la exuberante naturaleza y revolver las aguas de todo lo que lleva, de todo lo que trae el devenir del río para hacerlo metáfora del vivir, de la existencia, con sus encuentros, desencuentros y desembocaduras. Al recorrerlo, el delta nos muestra la sorprendente diversidad de su riqueza ecológica como biotopo privilegiado: Lagunas, salinas, cañaverales, carrizales, dunas húmedas, surgencias de agua dulce y bosques de ribera donde habita una fauna muy diversa de cientos de especies, entre las que viven y se alimentan 316 especies de aves que son visitadas por 96 especies más de aves migratorias cada año (1). Un humedal de frágil equilibrio, cuyo crecimiento y preservación de su ecosistema están en riesgo debido a la incesante intervención humana (2).

En varias entrevistas previas a la inauguración, Teresa Mulet habla de su visión de los campos de control a partir de la experiencia vivida durante algunos meses en los campos de cultivo de arroz que abundan en el Delta del Ebro, los cuales ofrecen, a primera vista, un paisaje de aparente serenidad, de calma y simpleza del vivir, del sembrar y cosechar, sin develar los acuciantes controles del agua –y de la naturaleza rebelde- que se requieren para la intervención, delimitación, distribución y dominio de las aguas del prodigioso río que los mantiene. Son controles y poderes visibles e invisibles de muy diversa índole, los cuales se evidencian e intuyen en el afincado demarcaje de los campos que procura ordenar las actividades que allí se realizan, no solo las de la producción de arroz sino también la de los cultivos de huerta, de los frutales, las de la pesca, la acuicultura y las del turismo.

Esto nos remite a las palabras y sus contrarios binarios a los que recurrentemente acude Mulet para expresar y evidenciar las tensiones y consecuencias del ejercicio del poder y sus luchas por el dominio de la naturaleza, del  lenguaje, por el dominio y control de los diferentes campos de la vida en los que nos desenvolvemos. “Toda forma de control, conlleva un descontrol” nos dice. Lo que suscita en nosotros la conveniencia de conocer, de advertir, de tomar conciencia acerca de los campos de control de la vida que habitamos -y de los que nos habitan-, para descubrir las relaciones de poder y dominación que los sostienen, su significación en la conformación de nuestra subjetividad, y los lugares y posiciones que ocupamos en esa trama de relaciones de las que somos arte y parte como actores sociales.

La experiencia penetrable: Desde lo simple, suave, sereno, bello y liviano, casi etéreo, al estremecimiento existencial.

En cuanto uno se acerca a la primera parte de la exposición es seducido inmediatamente por la liviandad flotante de las finísimas láminas de plástico que dan vida a los campos de arroz, rigurosamente definidos y demarcados, emulando a los del Delta del Ebro. La idea es introducir al espectador en un ambiente de aparente calma, en una aparente serenidad y placidez que ofrece el delta y su paisaje intervenido cuando se le contempla por primera vez. La visual de entrada ofrece matices de diversos blancos, grises y negros, todos muy suaves, tenues, los cuales se funden y confunden por efecto de las luces que los irradian simulando aguas en reposo y quietud. Pero tal serenidad se altera repentinamente con la cercanía de la presencia humana, con la inmersión en la obra penetrable y la acción sobre ella dirigida. Al tropezar o agitar los extremos de los campos se generan ondas de todo tipo, las cuales nos recuerdan experiencias de turbulencias inesperadas, de fragilidad, de quiebres, de cambio repentino, lo que nos inunda inevitablemente de significados relacionados con la vulnerabilidad de los lugares, de los ecosistemas, de nuestros mundos de vida expuestos a múltiples crisis, desequilibrios, amenazas, riesgos, incertidumbres… a la impredecible intemperie de un planeta que no para de cambiar.

La atmósfera de quietud de la sala de exposición se transforma súbitamente en una especie de “efecto tormenta” debido a la intervención de los espectadores al agitar los campos, cuya subjetividad experimenta una transformación notable que ha ido desde la plácida contemplación hacia la pasmosa e inquietante sorpresa de las sacudidas turbulentas desatadas por la intervención humana. En medio de esta atmósfera se escucha con frecuencia inesperada el disparo estruendoso de un espantapájaros que sobresalta aún más el clima y la subjetividad de los espectadores ante la obra y su propuesta. Todo ello sucede mientras aparecen y desaparecen sobre los campos palabras proyectadas y sus contrarios o binarios con los que se han combinado: Muerte-Vida; Tolerancia-Intolerancia; Legalidad-Ilegalidad; Recordar-Olvidar; Peligro-Cuidado; Justicia-Arbitrariedad... Y, como no, Control-Descontrol.

De esta manera, la obra de Mulet nos invita, desde el primer momento de la entrada a la sala, a tocar, a mover, a agitar las aguas simuladas para evidenciar que la calma muchas veces es un telón que se anticipa o que encubre una tensa y contenida situación a punto de enturbiarse, a punto de desbordarse. Este tipo de calma sostenida y contenida suele estar hecha de controles opresores, como por ejemplo, silencios impuestos, cómplices y/o convenientes;  verdades en pugna o fakenews; de muros erigidos como fronteras inexpugnables, de lo que se maquilla, oculta o disimula para mantener sistemas de opresión y dominio disfrazados de paz, serenidad, seguridad y quietud. Estos simulacros imponen un régimen de ficciones como realidades hasta hacer borrosas las fronteras entre lo que es verdad y lo que es falsedad, entre lo que es ficción y lo que es real, creando artificios dentro de los sistemas que degeneran en profundas crisis de convivencia, de confianza, de certidumbres.

Control-Descontrol y la naturalización de la violencia en Venezuela:
El horror que no pasa.

La segunda parte de la obra cuestiona los campos de control-descontrol de la desbordada, invisibilizada y naturalizada violencia en Venezuela. Cinco obras anteriores, una penetrable, se reinterpretan a la luz del marco de significaciones de los campos de control-descontrol, dando cuenta de las escandalosas cifras de las muertes violentas en nuestro país desde el año 1999, año del ascenso al poder de Hugo Chávez Frías, hasta el año 2018. Estamos hablando de un fenómeno que comienza con la cifra de 5.868 muertes por causas violentas en el año 1999, cantidad que crece con ascenso vertiginoso, año tras año, hasta registrarse en el 2016 la escalofriante cifra de 28.479 muertes violentas (año record),  registrándose en el 2017 la cifra de 26. 616 muertes, y en el año 2018, 23.047. En suma, se han registrado unas 333.024 muertes causadas por la violencia en 20 años. De media, perdieron la vida 40 personas por día, en su mayoría jóvenes en condiciones de pobreza (3). Mulet expresa que con estas instalaciones trata de “contar lo incontable”, lo que a nuestro juicio logra con creces al problematizar y visibilizar no solo las cifras en cuanto a indicadores estadísticos de un país sumido en un profundo y prolongado conflicto, sino también para representar el horror cotidiano de la barbarie de las violencias existentes como fenómeno sociopolítico, valiéndose de las metáforas creadas a través de sus obras. El propósito que persigue es evidenciar  que cada cifra es una vida valiosa que se ha perdido, un mundo de vida que se ha apagado por causa de la grotesca impunidad, del fracaso rotundo de las políticas de desarme que se han llevado a cabo a lo largo de los años de los gobiernos de la era del socialismo del siglo XXI; por causa del aliento permanente a la militarización del pueblo venezolano; por causa de un Estado que ha fallado en su misión de garantizar el derecho a la vida, a la seguridad, a una vida digna en paz, en democracia y sin violencia.  

En Venezuela se calcula, de manera extraoficial, que existen más de 9 millones de armas de fuego circulando de manera ilegal (4). En el año 2018, la tasa de muertes violentas fue de 81,4 por cada cien mil habitantes para un total, como lo acabamos de referir, de 23.047 fallecidos, ubicándose como el país con más muertes por causas violentas de América Latina y del mundo (5). Las dramáticas condiciones de vida en la pobreza que viven la inmensa mayoría de los venezolanos y la letalidad de las fuerzas policiales al reprimir están jugando actualmente un papel decisivo en el empeoramiento de la situación (6) (7). A esto se le suma el lucrativo tráfico de armas que circula hacia otros países como Colombia y Panamá, y la carrera armamentista de Venezuela en la región, apareciendo entre los primeros lugares como comprador de armas en el mundo al ocupar el puesto 18,  mientras que en América del Sur alcanzó el primer lugar en el año 2015 al gastar 162 millones de dólares en armas, superando a Estados Unidos en la compra de éstas a China aquel año, según el informe del Sipri, Instituto de Investigaciones de Paz de Estocolmo (8). Todo esto ocurre, como lo comentamos anteriormente, mientras se impulsa, desde hace más de una década, la militarización del pueblo venezolano a través de las milicias bolivarianas en todo el territorio nacional (creadas por el Presidente de la República Hugo Chávez, fundamentándose en la ideología del “pueblo en armas”, del “pueblo soldado”, objetivo primordial de la revolución (9)). Tanto es así que el presidente del gobierno actual solicitó recientemente reformar la Ley de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas –FANB- para otorgarle rango constitucional a las milicias y con ello darles fuerza e incluirlas como  parte integral de la FANB (10).

Este contexto no es propicio para construir la paz y la convivencia entre los venezolanos, sino para mantener un ambiente de guerra permanente en contra de los que la revolución ha definido como enemigos –los EEUU, las naciones con democracias liberales en oposición al proyecto socialista, el imperialismo, el capitalismo-,  incluyendo al  “enemigo interno” que no es otro que el ciudadano que disiente y se rebela. Este clima de confrontación constante y de avisos de guerra es funcional a la causa revolucionaria que hace tiempo perdió el rumbo de la democracia participativa y protagónica, con rango constitucional, que contribuyó a impulsar. Visibilizar las miles de víctimas que anualmente ocurren en Venezuela es un recurso primordial en contra de la impunidad y la naturalización de este fenómeno sociopolítico, en contra de la habituación y de la resignación. Es lo que nos brinda la obra de Mulet introduciéndonos primero en una estética de la sutileza y la fragilidad para luego estremecernos poniendo al descubierto la quebradiza vulnerabilidad de nuestros mundos de vida sometidos a cambios constantes en medio de escenarios de grandes incertidumbres. Esta atmósfera es aprovechada para reflexionar a fondo sobre el horror de las cifras de muertes violentas -de cuyo significado y magnitud vamos cayendo en cuenta poco a poco a través del recorrido de sus obras, a través de los campos de control-descontrol-, para luego salir de la sala profundamente tocados, estremecidos por lo que visibiliza, cuestiona y advierte.

Este movimiento, desde la sutil seducción al estremecimiento, está muy bien logrado y alcanza su propósito a nuestro juicio. Uno de ellos es que el espectador se haga preguntas que lleven a la reflexión crítica y lo inciten a hablar de lo que no se quiere hablar, ni ver ni escuchar, en la vida cotidiana. ¿Cuáles son las causas de tales violencias? ¿Por qué siguen muriendo año tras años miles de venezolanos? ¿Por qué el derecho a la vida no está garantizado? ¿Cómo se detiene esta barbarie? ¿Quiénes son los responsables? ¿Quiénes responden por esas vidas que se han perdido? ¿Por qué tanta impunidad? ¿Por qué se mantiene el mismo grupo en el poder a pesar de estas escalofriantes cifras de muertes anuales por causa de la violencia? ¿Por qué circulan millones de armas de manera ilegal en Venezuela? ¿De dónde salen? ¿Quiénes las proveen? ¿Quiénes trafican con ellas? ¿Qué países le venden armas a Venezuela?... ¿Estamos ante un Estado fallido?

 

Los campos de Camp de Control: Vínculos con la teoría sobre los campos provenientes de las ciencias sociales.

“No hay nada más práctico que una buena teoría”

Kurt Lewin

 

La Teoría del Campo de Lewin. Kurt Lewin (1890-1947), psicólogo y doctor en filosofía, fue uno de los padres de la psicología social experimental. Desarrolló una teoría del campo (Field Theory in Social Science, 1939-1947) (11) como una extensión del concepto gestáltico del campo perceptivo de la persona, con la novedad de que introduce conceptos dinámicos y situacionales hasta ese momento no considerados.

Lewin definió el campo como «una totalidad de factores coexistentes concebidos como mutuamente interdependientes» (12).También lo definió como el “espacio vital” constituido por la persona y el ambiente. La situación en la que se desenvuelve la persona y cómo es percibida por ella, constituyen lo que Lewin llama el “ambiente psicológico”, el cual va a caracterizar  el  espacio vital. El propio espacio sería una región, y también lo sería una persona dentro del espacio vital. Por lo que el campo que debemos estudiar es el “espacio vital” del individuo, el cual estaría conformado por la persona y el ambiente tal y como existe para ella. El espacio vital de un grupo, por consiguiente, consistiría en el grupo y su ambiente tal y como éste existe para el grupo (13). La conducta estaría en función del campo y sus características en el momento que ocurre. Las variables más importantes que habría que identificar en los campos o "espacios vitales" son, para Kurt Lewin, la tensión, la fuerza y la necesidad y sus interacciones, gracias a las cuales la conducta tiene una finalidad.  Así lo describe el propio Lewin cuando propone que “Para caracterizar adecuadamente el campo psicológico, se deben tener en cuenta ítems específicos tales como las metas particulares, los estímulos, las necesidades, las relaciones sociales, así como las características más generales  del campo, tales como la atmósfera (por ejemplo la atmósfera cordial, tensa u hostil) o el grado de libertad... Las atmósferas psicológicas son realidades empíricas y descriptibles...” (14). Para esta teoría, conocer el sistema, el campo de una persona, es tanto como poder predecir su conducta y en función de qué variables se expresa o caracteriza el campo donde se desenvuelve.

Esta definición de campo le dio pie a Lewin para desarrollar el concepto de “campo de fuerza” el cual se refiere al área de influencia de la persona que puede inducir cambios en su espacio vital y en los espacios vitales de las otras personas con las que interacciona, en procura de la resolución de los conflictos cognitivos o en búsqueda de mayor influencia dentro del campo en el que se desenvuelve.

Esta teoría (mucho más amplia y compleja, de la cual apenas hemos presentado algunos aspectos de su concepción de campo), a pesar de su fuerte visión psicologista e individualista, ha sido un punto de partida importante para la generación de innumerables investigaciones psicosociales y ha fundamentado e inspirado la construcción de teorías sobre los campos en otras ciencias sociales con enfoque crítico y político, como la que vamos a presentar a continuación.  

 

Los campos de interacción de Pierre Bourdieu.

Desde una sociología crítica y de su constructivismo estructuralista (15), Pierre Bourdieu (1930-2002) uno de los más destacados sociólogos del siglo XX, nos ofrece uno de los constructos teóricos más relevantes vinculado al tema de los campos: Los campos de interacción (16) (17). Estos son descritos por Bourdieu como un espacio en donde ocurre una lógica de juegos que se propone ciertos objetivos entre los agentes sociales que lo dinamizan, caracterizándolos tanto como campos de fuerza, definidos por la distribución desigual de los recursos que generan relaciones asimétricas de poder y de dominación, y campos de lucha, en los que los agentes se proponen luchar por la conservación o transformación del orden que impone esta correlación de fuerzas. Así definido, el campo sería una esfera de la vida social que ha ido cobrando autonomía, producto de la historia desarrollada en torno a relaciones sociales, intereses y recursos propios, diferentes a los de los otros campos con los que se relaciona. Aquí identificamos claramente la introducción de una mirada crítica y política, que hace referencia al orden social establecido definido por las diferencias y asimetrías entre las relaciones y recursos que establecen los actores entre sí, sus luchas y conflictos por mantener ese orden o por subvertirlo de acuerdo a sus intereses, aspectos que van a conformar las características principales de estos campos.

 

Bourdieu (superando la visión individualista e introspectiva, topológica-estructural de la teoría del campo de Lewin, de quien parte), define concretamente a los campos de las siguientes maneras: “Llamo campo a un espacio de juego, un campo de relaciones objetivas entre individuos e instituciones en competición por un objetivo idéntico” (18). “Hay que pensar el campo  relacionalmente... un campo podría ser definido como una red, o una configuración de relaciones objetivas entre posiciones “(19). Las posiciones dentro del campo estarían definidas por las determinaciones que les son impuestas a quienes las ocupan, sean agentes o instituciones; por su posición actual o potencial en la estructura de la distribución de las diferentes especies de poder -lo que entiende Bourdieu por capital-, las cuales permiten el acceso a ventajas específicas que están dentro del juego del campo. Estas posiciones estarían configuradas también por las relaciones con las otras posiciones que juegan en el campo, posiciones que Bourdieu describe como de dominación, subordinación, homología, subversión, etc., cuyas potencias y dominios están definidos por la fuerza del capital que poseen: económico, cultural, social, simbólico, etc. El capital varía en los diferentes campos y su valor depende de la existencia de un juego y de las propiedades del mismo campo. Esta situación hace que, según Bourdieu, todos los campos tengan sus dominadores y sus dominados, sus luchas incesantes por la conservación o la subversión, sus propios mecanismos de producción, transmisión y reproducción; ideologización o politización, etc.

 

De esta manera, se comprende que el campo para Bourdieu es una especie de espacio-lugar en donde se expresan las relaciones de fuerza y las luchas que tienden a transformarlas, por lo que se caracteriza como un lugar de cambio permanente (20) cuyos límites son fronteras dinámicas configuradas por las luchas que se dan en su interior.

 

Entretejiendo: Campo de fuerzas, campo de luchas, campos de control.

 

Estas nociones y caracterizaciones sobre los campos como un espacio vital (al decir de Lewin), considerado hoy como espacio físico, psicológico y simbólico en el que se sucede una constelación de luchas y de fuerzas (al decir de Bourdieu), mutuamente interdependientes, constituyen una concepción densa que nutre la noción de campo de control que presenta la obra de Mulet.

 

El espacio vital es entonces aquel en donde hay vida, en el que se realizan las personas y sus mundos de vida, en los que se expresan los juegos de poder, constituyendo campos de luchas y de fuerzas para influir, controlar o dominar aquello que es de interés a los actores que coexisten. Estas luchas se dan por etapas, las cuales revelan una mayor conflictividad –etapas de turbulencias-, o menor conflictividad -conformando las etapas de reposo, de paz o quietud aparentes-. Esto es muy importante pues si partimos de la idea de que los campos están en constante cambio y transformación, debemos afinar nuestra actitud de duda y sospecha cuando cada una de estas etapas se prolonga durante largos períodos, o cuando las turbulencias ocurren de manera frecuente generando una gran inestabilidad. A este sospechar, dudar y cuestionar nos convocan las metáforas de Camp de Control al visibilizar y problematizar estas dinámicas, tomando como punto de partida la aparente calma y las tensiones contenidas que configuran los juegos de poder que se dan en los campos de arroz como parte del ecosistema del Delta del Ebro.

 

Si consideramos que las partes de un campo se afectan entre sí, cualquier turbulencia –como las guerras, estallidos sociales, desastres naturales, crisis económicas por ejemplo- podría estremecer a todo el sistema de relaciones, yendo mucho más allá de sus límites inclusive. Por lo tanto, los campos están constituidos por un entramado de relaciones en donde existe tensión constante que favorece su dinámica, la motoriza, configurando a la vez sus límites y fronteras. Es decir, siendo lugares en movimiento y cambio permanente –aunque sean imperceptibles-, sus fronteras se amplían, se restringen, se rigidizan o se hacen porosas, borrosas y/o traspasables dependiendo de las dinámicas de intercambio y del tipo de conflictos de poder que en ellos se desarrolle. Las fronteras de la convivencia humana dependerían del tipo de relaciones que allí se desenvuelvan, por lo que términos como libertad, independencia, soberanía, identidad, solidaridad, derechos humanos, patria, nación, democracia –por ejemplo-, estarían en constante construcción de sus significados y sentidos. Esto determinaría el poder y alcance del control o de la transgresión. Diríamos que un campo así concebido, respira o se asfixia, no solo por sus dinámicas internas, sino también por sus fronteras. Unas fronteras entendidas no como límites trazados rígidamente sino como lugares de encuentros -o de desencuentros-, de intercambios que facilitarían la relación con otros campos, que a su vez forman parte de una red de campos vinculados entre sí conformando un sistema o red de redes de campos, lo que nos llevaría a considerar concepciones y nociones mucho más amplias y abarcadoras vinculadas a los campos tales como contextos y contextura (21); sociedad-red (22); globalización, glocalización (23), matrix posmoderna. Pero ya esos serían otros análisis y reflexiones para desarrollar en otros espacios.

 

En el caso de las obras de Mulet relacionadas con la violencia en Venezuela, queda en evidencia el esmerado compromiso de la artista por visibilizar, denunciar y alertar sobre las aterradoras cifras anuales de víctimas de la violencia y la tendencia a la normalización y a la sistemática desinformación oficial acerca de esta alarmante situación que coloca a Venezuela entre los primeros  países más violentos de América Latina y del mundo. Los estremecimientos que producen las cuentas que hace Mulet de las vidas perdidas -una a una- en los últimos 20 años, dejan constancia patente de los inmensos esfuerzos y artificios por ocultar e invisibilizar este desbocado y trágico fenómeno por parte de los poderes imperantes. Este desbordamiento incontrolado de la violencia en Venezuela revela y cuestiona las promesas engañosas del proceso político que se hace llamar revolución, evidenciando las distorsiones de los significados y sentidos de lo que es vivir en una “democracia participativa y protagónica”, en el “socialismo del siglo XXI”, y los desengaños y violencias múltiples que generan, lo cual va configurando los malestares característicos de las sociedades profundamente desencantadas, dando paso a los fenómenos de desafección política y a los neopopulismos autoritarios. El devenir de la historia se ha encargado de mostrar que estos simulacros colectivos, estos sistemas fallidos de control, aspirantes a sociedades orwellianas, conllevan costos altísimos que amenazan la convivencia, el avance de los mecanismos democráticos y la paz, lo que repercute en todo el orbe, dadas las relaciones de interdependencia de la “sociedad-red” (24) que caracterizan a la era global.

 

Considerando todo lo que hemos expuesto, la obra Camp de Control, con sus potentes metáforas y vínculos teóricos, funge como dispositivo para la problematización, la concienciación, la reflexión crítica y la denuncia sobre las tensiones y consecuencias de los juegos de poder por el control de los recursos naturales, materiales, simbólicos y humanos, presentando el fenómeno de la violencia en Venezuela como un trágico ejemplo de la erosión progresiva del Estado de derecho en nuestras democracias, consecuencia del ejercicio del poder de manera arbitraria y autoritaria. A nuestro entender el objetivo de visibilizar, problematizar, denunciar y mantener presentes la vulnerabilidad y fragilidad del Estado de derecho, es fundamental en estos tiempos de crisis de las democracias occidentales, sistemas que van languideciendo lentamente cuando no se advierten ni atienden los malestares que generan sus crisis, los riesgos y amenazas que las someten.

Barcelona, 24 de noviembre 2019

 

Referencias bibliográficas

  1. a) Web oficial de los parques de Catalunya, Generalitat de Catalunya. En http://parcsnaturals.gencat.cat/ca/delta-ebre

b) J«Lista de aves del Delta Ebro con estatus y presencia de las aves por meses» (PDF) 

c) Listas de las aves del Delta del Ebro. En http://www.audouinbirding.net/uploads/media/Lista_de_aves_del_Delta_del_Ebro.pdf 

  1. Web del Departamento de Medio Ambiente y Vivienda de la Generalitat de Catalunya.   https://web.archive.org/web/20090618142122/http://mediambient.gencat.net/esp/el_medi/parcs_de_catalunya/delta_ebre/inici.jsp

  2. Informe Anual del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) ( 2018)

  3. a) “Venezuela armada hasta los dientes”. Artículo publicado en la Web oficial del Observatorio Venezolano de la Violencia (14-06-2017) https://observatoriodeviolencia.org.ve/venezuela-armada-hasta-los-dientes/  - b)”Mercado negro de armas”. Artículo publicado en la Web oficial del Observatorio Venezolano de la Violencia (16-11-2016) https://observatoriodeviolencia.org.ve/mercado-negro-de-armas-policias-venden-pistolas-por-whatsapp/

  4. “Venezuela prohíbe la venta de armas a la población civil”. Artículo publicado en diario El País ( 1-06-2012) https://elpais.com/internacional/2012/06/01/actualidad/1338542574_088241.html

  5. Informe Anual del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) ( 2018). Ídem.

  6. Informe Anual del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) ( 2018).  ídem;

  7. Amnistía Internacional (2017). Informe de Seguridad Ciudadana.  https://www.amnistia.org/ve/especiales/seguridad-ciudadana/diagnosticos/

  8. Publicado en la Web oficial del Observatorio Venezolano de la Violencia (14-06-2017) https://observatoriodeviolencia.org.ve/venezuela-armada-hasta-los-dientes/

  9.  Urreiztieta, M.T. (2013). ¿Emancipación o dominación? Subjetivación política y poder en la Venezuela del siglo XXI. Revista Nuevo Mundo. Instituto de Altos Estudios de América Latina - USB. Año V.No. 11, (enero-abril) 124-154.

  10. Diario El Nacional (12-11-2019) https://www.elnacional.com/venezuela/maduro-pide-reformar-ley-de-la-fanb-para-dar-rango-constitucional-a-la-milicia/

  11. a) Lewin, K. (1939): «Field theory and experiment in social psychology: Concepts and methods», en American Journal of Sociology, n.º 44, pp. 868-896.

b) Lewin, K. (1943): «Psychological ecology», en D. Cartwright (ed.), Field Theory in Social Science, London, Social Science Paperbacks.

c) Lewin, K. (1988): La teoría del campo en la ciencia social, Buenos Aires, Paidós. Psicologías del siglo XX.

  1. Lewin, K. (1946:240). «Action research and minority problems», en Gertrude Weis Lewin (ed.), Resolving Social Conflict, London, Harper & Row.

  2. Cartwerth, D. (1988). Prefacio. En Lewin, K. (1988). La teoría del campo en la ciencia social. Barcelona: Paidós. Psicologías del siglo XX.

  3. Lewin, K. (1988:223) ídem.

  4. Carcuff, P. (1995). Las nuevas sociologías. Madrid: Alianza Editorial. Ciencias Sociales.

  5. Bourdieu, P. y Wacquant, L. (1994). Per a una sociología reflexiva. Barcelona: Editorial Herder.

  6. Bourdieu, P. (2000). Cuestiones de sociología. Madrid: Ediciones Istmo.

  7. Bourdieu, B. (2.000: 196) ídem.

  8. Bourdieu, P. y Wacquant, L. (1994:73) ídem.

  9. Bourdieu, P. y Wacquant, L. (1994) ídem.

  10. Urreiztieta, M.T. (2011). El contexto como contextura. La comprensión de los fenómenos sociales por sus contextos. Editorial Académica Española -EAE-  ISBN 978-3-8454-9262-9.

  11. Castells, M. (1998). El poder de la identidad. La era de la información. Madrid: Alianza, Vol. 2.

  12. a) Beck, U. (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona: Paidós Estado y Sociedad.

b) Beck, U. (2002a). La sociedad del riesgo global. Barcelona: Siglo XXI Editores.

c) Bauman, Z. (2001a). La postmodernidad y sus descontentos. Madrid: Akal.

d) Bauman, Z. (2001b). Globalització: Les conseqüències humanes. Barcelona: Edicions de la Universitat Oberta de Catalunya.

e) Bauman, Z. (2001c). La sociedad individualizada. Madrid: Cátedra

f) Urreiztieta, M.T. (2011). La sociología interpretativa. Globalización y vida cotidiana. En Romero, A. y Parra,M.C. (eds.) El pensamiento sociológico: Del siglo XIX al siglo XXI. Espacio Abierto. Universidad del Zulia. ISBN: 978-980-12-5014-2pp. 173-188

  1. Castells, M. (1998). Ídem.

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